Zonas silentes
En Culiacán el viento fluye
enérgicamente entre las calles, puede ser la ausencia de cerros o montañas,
tambien una metáfora del dinamismo que emite una ciudad que, aunque para
algunos de sus habitantes pueda ser monótona, rebosa una actividad atrapante,
digna de análisis, y que gente como Elmer Mendoza, Teresa Margolles, Fritzia
Irizar, o Fernando Brito, han transmitido a través de su trabajo.
Culicán puede ser como el silencio: a la
distancia pertenece no haber gran actividad, muchas veces, preferimos no
explorar esas zonas silentes creyendo que la falta de ruido es sinónimo de
aburrimiento, de perdida de tiempo; sin embargo, qué es el sonido más que
burbujas sobre la superficie del silencio, como decia Henry David Threau citado
por Jhon Cage. En nueve días de estadía en Culiacán continuamente me di a la
tarea de capturar sonidos en diferentes entornos. ¿Encontraste algo? Me
preguntaban. Sí, respondía. ¿qué grabaste, algo interesante? Silencios. Y es
que esos silencios estan repletos de información, de gestos, de eventos como
los silencios de los que habla Juan rulfo en su corpulenta obra. Silencios
llenos de motores de autobuses que transportan a miles de estudiantes y
trabajadores a sis jornadas habituales. Silencios construidos a través de los
murmullos de los adolescentes que bromean a medio día por el centro de la
ciudad. Silencios estridentes cuando derrapa sus llantas la camioneta
polarizada. Silencios punzantes cuando se edifica una nueva tumba. Silencios
casi musicales al conjuntar las plegarias en catedrales y capillas. El silencio
de la partida, de mi partida.
Este viento golpeaba constantemente los
micrófonos con los que registro el silencio, una metáfora más de lo pujante de
lo viva que es esta ciudad y, por supuesto, su entorno artístico. Resulta
emocionante conocer a tantos jóvenes interesados en la creación artística,
desde sus diferentes perfiles, desde sus trincheras, sus formatos y
estrategias. El artista plástico, el fotógrafo, el músico casi callejero, el
diseñador de audio, el explorador del video; el que trabaja con la comunidad,
el que trabaja con el azar, el que alude a la literatura, el que acaricia el
tiempo. Culiacán tiene una generación que con paciencia, información y fogueo
puede cristalizar ese panorama del que hablaba Elmer Mendoza en su ponencia
titulada "La estética de la violencia" (Museo de Arte de Zapopan,
Febrero 2011): seres humanos que con su trabajo inspiren a otra gente a
realizar actividades más allá de lo turbio o negativo. Además de insertar su
esfuerzo en un contexto no sólo nacional sino incluso global.
Hay gente, iniciativas y sitios claves
en la escena artística de Culiacán, no hay necesidad de repetir referencias y
quizá el lector sepa mucho más que yo. En resumen puedo reafirmar que las bases
para la consolidación de una escena fructífera están bien cimentadas. Regreso a
mi ciudad de residencia con algunas obras que he disfrutado de sobremanera, con
proyectos que se leen interesantes y con palabras que seguramente olvidaré, a
menos que se conviertan en piezas que con tanto ánimo me compartieron y de
alguna manera me convirtieron en cómplice.
En cada taller que ofrezco aprendo y
reflexiono más, no sólo sobre el sonido y el arte, sino la vida en si misma. La
experiencia del concierto multi-canal en el jardín botánico no ha sido
únicamente novedosa para la gran mayoría de asistentes, lo fue también para mí.
Ser totalmente hipnotizado por el sitio y sometido a la contundencia del sonido
es algo que no es común, por más que hayas realizado conciertos en años, o
visitado algunas salas acústicas más especializadas. Debo admitir que,
sinceramente, perdí la espacio-temporalidad, abrumador no sólo por el lugar,
sino por el gran ánimo de todos los asistentes, por su generosa postura para
entablar un dialogo, incluso más allá de las palabras.
No creo que Culiacán sea únicamente una ciudad para
fotografiar y llevarla de recuerdo, tampoco una simple cita en el curriculum
vitae; sin duda, creo que es una región que debe ser explorada desde adentro,
tanto por sus creadores y pensadores locales como por quienes hemos tenido la
fortuna de pasar por ahí, estableciendo lazos que, agitados por el viento, y
silencio, han de marcar nuevas rutas para transitar y reflexionar en lo
inmediato.